3 de junio de 1934 - 16 de diciembre de 2024
Hoy honramos la vida de Ana Oliva Cáceres Acosta, cariñosamente conocida como Tita. Su historia de 90 años nos deja un legado imborrable de amor, fortaleza, generosidad y resiliencia.
Tita nació en Cabo Rojo el 3 de junio de 1934, siendo la tercera de diez hermanos. Desde pequeña, asumió grandes responsabilidades en su hogar, demostrando desde entonces su carácter fuerte y amoroso. En su juventud, vivió en Carolina, donde estudió junto al legendario Roberto Clemente y se destacó por su pasión por el béisbol. Aunque la vida le puso retos como dejar los estudios en sexto grado y enfrentarse a la expropiación de su hogar, Tita siempre avanzó con valentía y determinación.
El 3 de junio de 1953, Tita se casó con Andrés López Salas, quien fue el gran amor de su vida. Juntos fundaron un hogar lleno de amor y construyeron el Drive Inn de Bayamón, donde también criaron a sus hijos, Jorge y Emilio. Su familia era su mayor orgullo, y con esfuerzo y dedicación, lograron sacar adelante un negocio mientras inculcaban en sus hijos valores de responsabilidad y trabajo duro.
Una Heroína Sin Capa
En una anécdota que siempre será recordada, Tita arriesgó su vida para salvar a dos niños que estaban a punto de ahogarse en el río Bayamón. Ese acto de valentía resume la esencia de quién fue: una mujer que no dudaba en sacrificarse por los demás.
Hace más de 50 años, Tita y su familia se establecieron en Levittown, donde dejaron una marca indeleble en la comunidad. Su hogar no solo fue un refugio para su familia, sino también para sus amigos y vecinos. Desde los consejos llenos de sabiduría hasta su disposición para ayudar a quien lo necesitara, Tita se convirtió en un pilar en su comunidad.
Legado Familiar
Como hermana, madre, abuela y bisabuela, Tita siempre fue la columna vertebral de la familia. Su amor incondicional y su espíritu protector marcaron a sus dos hijos, siete nietos y once bisnietos. Su legado vive en los corazones de todos ellos, especialmente en su nieto Jonathan, quien, inspirado por ella, se convirtió en chef profesional, dedicándole el restaurante “La Casita de Tita”.
Tita fue una mujer de profundas convicciones y un corazón inquebrantable. A pesar de los desafíos de la vida, nunca dejó de amar, servir y dar lo mejor de sí misma. Nos enseñó el verdadero significado del amor, la generosidad y la importancia de construir relaciones sólidas.
Hoy, mientras despedimos a Tita, celebramos su vida y el impacto que tuvo en cada uno de nosotros. Su ejemplo de bondad y entrega seguirá inspirándonos, recordándonos que el amor es el mayor legado que podemos dejar.
Gracias, Tita, por ser nuestra luz, nuestra fuerza y nuestra guía.
Siempre vivirás en nuestros corazones.
Descansa en paz, querida Tita.
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